jueves, enero 14, 2010

Doña Ignorancia, candidata presidencial...

Faltan solamente días para saber quién será el próximo Presidente de la Re-pública de Chile y el último debate entre los candidatos que dirimen esta elección dejó mucho que desear. Partiendo porque no se innovó en los temas abordados ni tampoco en las propuestas concernientes, básicamente, lo mismo que venimos escuchando desde...siempre?

Por otra parte, quedó de manifiesto el desconocimiento de los presidenciables respecto a sus propios programas de gobierno, con respuestas retóricas, poco satisfactorias y llenas de nerviosismo que no hacían más que confundir al interlocutor.

Y por último, las frustradas interpelaciones y constantes interrupciones no le daban al debate la fluidez necesaria, y si a eso le sumamos el interés de los periodistas (no todos, obviamente) por figurar y quedar como el más sagaz de la selección, es un acto realmente desalentador.

Uno puede entender el nerviosismo, la confusión y hasta el fugaz olvido de errores cometidos en el pasado, pero lo que no se puede entender es la ignorancia de temas que ya deberían conocer de sobra. Una serie de debates se han llevado a cabo, las preguntas son siempre las mismas al igual que las propuestas, los programas de gobierno que cada uno presenta son sumamente similares, los clichés sobran, la demagogia escurre, lo vienen diciendo hace años...y así y todo no se lo aprenden! se equivocan! no saben bien qué resuelve cada una de las propuestas! solo saben que están ahí, que para algo van a servir, pero no lo entienden, pero no les interesa.

Mucha gente está disconforme, mucha gente está molesta, mucha gente se queja del sistema, mucha gente ni siquiera sabe bien por qué elige a uno u otro candidato, mucha gente dice que esto tiene que cambiar, mucha gente no vota, mucha otra gente si. Y así estamos, a esto llegamos nuevamente, gracias a la abulia de toda esa mucha gente, gracias por no manifestarse, por no tener opinión, por abstraerse, por no importarles un carajo, por hacer lo que les dicen, por ser cómplices de un sistema que les ruega que se queden así, ausentes, desinformados, absortos en su silencio, enajenados de resentimiento, pero obedientes, fieles de una creencia ajena, de un modismo, un patrón fabricado, un prototipo.

domingo, enero 03, 2010

Luna Nueva

Una votación a través de internet determinó que la saga de Crepúsculo era lo mejor que nos dejaba el 2009 en materia cinematográfica. Un resultado que dista mucho de la realidad y que refleja a una fanaticada de adolescentes que pasó de las mágicas e insistentes historias de J.K. Rowling y "Harry Potter" al romanticismo cliché y muy ad-hoc del amor imposible que plantea Stephenie Meyer entre Bella Swan y Edward Cullen.

En la sala, uno se puede percatar de que para disfrutar la película hay que haber leído los libros, haber visto crepúsculo, tener unos ocho años menos y ser mujer; además de romántico, meloso, cursi, crédulo y hasta un poco ridículo.

Luna Nueva, es una historia sin principio ni final y todo lo que pasa entre tanto no tiene dirección: escenas sin continuidad, peleas injustificadas, abuso de recursos y actuaciones que dejan mucho que desear.

Bella, y sus muy bien definidos rasgos, comienza a cuestionarse la posibilidad de concretar su amor con el pálido y abúlico Edward (una idea de vampiro muy lejana a la planteada por Bram Stoker en la magistral Drácula), debido a las evidentes diferencias que existen entre ellos. Para resolver esto, Bella le pide a su enamorado que la transforme, petición a la cual Edward no puede acceder y decide abandonarla para no verse enfrentado a la decisión de tener que convertir a la persona que ama en una criatura de la noche. Todo muy claro hasta aquí.

En su agonía, la protagonista busca refugio en un nuevo amigo que resulta ser, ni más ni menos que, un hombre lobo. Como víctima de una maldición cambia a un fenómeno por otro, es la determinación de estar rodeada de seres monstruosos y bestias sumamente violentas y sanguinarias a las que no cuestiona ni teme.

A partir de este momento la película se empieza a disparar y se entrelazan historias en escenas que no tienen ni principio ni final. Da la impresión de que hicieron una película de cuatro horas que se redujo a dos con cortes aleatorios y la supresión de elementos que se deberían subentender a partir de los libros.

Adornada con los atléticos cuerpos de los impúdicos hombres lobos (siempre a torso desnudo), la película divaga entre la indolencia de los actores, peleas que surgen de la nada, redundantes coreografías y el abuso de la cámara lenta, como intentado cubrir los vacíos que deja una adaptación que nunca llega a consolidarse.

Una película entonces, recomendable solo para quienes ya la fueron a ver.