jueves, agosto 14, 2008

Pingüino idiota!


La definición de idiota no puede calzar mejor. Mi buena amiga RAE no pudo haberme presentado una palabra mejor para expresar lo que quiero plasmar hoy.

"La Revolución Pingüina" significó, sin duda alguna, un cambio en la visión que el país tenía de los jóvenes, y más específicamente, de los estudiantes secundarios. Pero eso no tiene nada de nuevo y lo han dicho todos, de una u otra forma se han referido con éstos términos a aquellas manifestaciones que quedarán en la memoria por mucho tiempo.

Dos años después, sus réplicas continúan, ya no con la misma intensidad de antes, ni la misma convocatoria, pero sí con más violencia y desacuerdo.

Lo de hoy parece más una seguidilla de revueltas en el centro de la ciudad, donde la ausencia de líderes de los sectores, hace que las manifestaciones vayan perdiendo sentido y posibilidad de consenso.

Si antes las cámaras de televisión eran un medio para dar a conocer planteamientos, opiniones y diferencias, hoy es la mejor oportunidad para acusar de "burgués" a la persona que cuida que el lente esté bien enfocado para obtener el registro más nítido de lo que acontece.

Ver una imagen de un "pendejo" apedreando a un camarógrafo por considerarlo un "burgués", me parece realmente una acción de alguien que padece de idiocia.

En primer lugar, desconoce completamente la definición de burgués.
En segundo lugar, su percepción de la televisión es lo más alejada a la realidad. Burgueses son los que definen la línea editorial y se llenan los bolsillos de dinero, mientras sus trabajadores, en terreno, se defienden como pueden de las acusaciones de la gente inepta.
En tercer lugar, bajo la mirada de aquel escolar, que siente orgullo por ser hijo del obrero (lo que me parece totalmente válido y admirable) podríamos decir que tanto su padre como el resto del proletariado son burgueses por vender su esfuerzo a quienes concentran el capital.

Es de una ignorancia terrible pensar que quienes trabajan para el burgués, burgués es. El sistema capitalista obliga a que así sea, y toda la fuerza laboral se ve obligada a entregar su sudor a cambio de un salario que responde a una realidad dos siglos desfasada.

Los verdaderos cómplices de los burgueses no son los que cada fin de mes reciben su miserable sueldo, cómplices son los que caen en su estado de adormecimiento bajo las consignas de la desatención y abulia.

Quieren que seamos así, sin opinión, prepotentes, sin fundamentos, que repitamos lo que escuchamos de otros que sabían menos que nosotros. Que nos volvamos idiotas, que desviemos nuestra atención para no verlos. Nos confunden con drogas, drogas impuestas, cada vez más específicas, cada vez más mortales (física e intelectualmente). Quieren que protestemos, que peleemos entre nosotros, mientras ellos se sientan en sus escritorios llenos de contratos absurdos viendo como nos asesinamos mutuamente. Quieren eludirnos, evitarnos, distraernos, y lo peor es que lo logran. En definitiva, quieren que prioricemos la violencia por sobre el argumento, al final, es un arma mucho más fácil de vencer.