domingo, mayo 17, 2009

Mi nombre es PANDEMIA!!



Enciendo el televisor y los programas de noticias copan gran parte de la parrilla programática nacional. Las ediciones centrales se extienden y los sucesos informativos se limitan solo a uno. Suena ilógico, y lo es. La repetición de una crónica que no presagiaba nada alentador.

Durante el último mes, la influenza se ha convertido en el tema central de los almuerzos familiares, en la discusión que emerge y porfía con la borrachera, en el pretexto perfecto para recordarnos que vivimos en un estado constante de angustia, en la excusa perfecta para hacer brotar el pánico, psicosis colectiva.

Pero lo que más me impresiona, es ser testigo de como los medios influyen directamente en la manifestación de este fenómeno. Mientras los despachos se sucedían en directo desde el Aeropuerto Internacional y el Hospital del Tórax, el mapa de Google Earth seguía actualizando la situación con simbologías a todo color y Santiago Pavlovic tomaba un avión directo al núcleo de la hecatombe, se agotaban los antivirales y las mascarillas. Para un par de semanas después, olvidarse casi por completo del asunto.

Resultó interesante mientras el metro parecía ser la forma más posible de contagio y la idiocia no daba tregua. No faltaban las mascarillas en rostros que no tenían nada que ocultar más que la verguenza de estar haciendo el ridículo. Solía ser atractivo cuando la amenaza era inminente, cuando los casos "sospechosos" (en estudio para el ministerio de salud) se incrementaban y no esperábamos más que la confirmación de las conjeturas. Pero cuando se disiparon las dudas y las advertencias resultaban infundadas, el miedo disminuyó y el pánico se redujo a parámetros considerados normales por la sociedad contemporánea, solo la dosis de fobia necesaria para poder desenvolvernos regularmente sin ocupar nuestras mentes en cosas que sí importan.

Dos semanas después de haber escrito este último párrafo, el panorama es completamente distinto. La paranoia ataca de nuevo. La influenza H1N1, alguna vez conocida como porcina, cruzó las barreras de nuestro país y se alojó en nuestra temerosa sociedad. Colegios cerrados, mascarillas, antivirales y un pánico injustificado que perturba y alarma principalmente a los niños quienes ven en los medios informativos, un motivo más para estar asustados e inquietos.

Estadísticas realmente alarmantes sin fundamentos que presagian la muerte de millones de personas, por supuesto que empujan este barco sombrío ayudando a que las nubes cubran cada día más la ciudad.

Hace un par de días escuche en la radio a Ana María Zavala Muñoz, primera infectada con esta enfermedad en nuestro país, y su tranquilidad era admirable, en vez de seguir este cruel juego de instaurar el terror, llamó a la calma, a que estuviéramos tranquilos, entonces, yo me pregunto ¿A quién creerle, a quienes opinan de la enfermedado a quién tuvo la enfermedad?¿Quién dice la verdad? Para mi no hay duda al respecto.

Este fin de semana murieron veintitrés personas en accidentes automovilísticos y ninguna de influenza. Con esto no quiero decir que nos olvidemos de la influenza ni mucho menos, tampoco quiero parecer insensible respecto al tema, solo pienso que debemos ser responsables al momento de tomar medidas y generar nuestros comentarios, sin exagerar, sin incitar el terror, sin crear un estado de pánico que es muy fácil incubar, pero muy difícil disolver.