martes, noviembre 04, 2008

Juegos Mentales


Una vez más tengo que lidiar con decenas de personas que no conozco y debo hablarles como si fueran mis mejores amigos. Favores van, favores vienen. Millones van, millones vienen.

Resulta deprimente ver como las empresas "invierten" cientos de millones de pesos diarios (podría dar cifras exactas, pero la ley no me ampara como para hacerlo) en una industria que sirve en función de las grandes compañías, aumentando la brecha entre los que tienen mucho y los que no tienen nada.

Pero lo más deprimente, es ver como me he sumergido en este ambiente putrefacto, lleno de apariencias y engaños, donde las respuestas se aplazan y las verdades se clasifican en archivos que van directamente a bodega.

Resulta indiscutiblemente contradictorio que yo, que siempre he criticado todas las actividades relacionadas al rubro del que hablo, forme parte de la organización. Quizás en un nivel irrelevante jerárquicamente (jerarquía que por cierto aborrezco y a la que me referiré luego), pero en una posición de privilegio para ir cambiando paso a paso la mentalidad de ciertas personas claves.

Probablemente mis intentos queden en nada, e insistiré para que no sea así, pero el solo hecho de que haya surgido la duda dentro del grupo, ya se considera un avance.

Hay personas que no cambiarán, eso está claro, muchos son capaces de ofertar a su madre con tal de incrementar sus beneficios personales. Pero ellos me tienen sin cuidado, no pretendo competirles ni derrocarlos, caerán solos. Como solos han estado toda su vida.

La jerarquía de éste negocio es patética, todos, uno a uno, se van arrodillando y sometiendo frente a quien provee las lucas. Sin excepción van entregando su alma a quienes irrumpen día y noche sus vidas por un punto más o un punto menos. No hay descanso.

Lo más repudiable es ver como manipulan a los empleados para que den cada día más, dejando de lado familias, amigos, hobbies, proyectos y una serie de cosas que no hacen únicos. Todo esto con el fin de rendir más cada vez, abstrayéndote del día a día y de los problemas, cubriendo todo con más trabajo, más responsabilidades, más lucas ajenas de las que nos hacen responsables y más condiciones, las que se vuelven agobiantes, inviables.

Peleas por quién asciende, porque si o porque no, por asumir o no asumir culpas, por quien hace y quién no hace, porque si o porque no. ¿Risas? pocas risas, "esto es un trabajo serio", se ve mal que tu te rías, "¿Cuál es el chiste?" denota cada rostro. Hay gente que la pasa bien, es su estilo de vida, otros se ríen, y harto, pero resulta todo tan superfluo que es difícil de creer.

El proceso de acostumbramiento nos corroe y nos absorbe en una mezcla homogénea pobre, de modelos fabricados, imagenes simples mentales, de letargo y abulia, de objetos.