domingo, junio 21, 2009

En cuestas!

Ad portas a una nueva elección presidencial, las encuestas se han ido sucediendo incansablemente, viniendo desde diferentes sectores, los resultados son tan variados como sus analistas.

Cada comando presidencial se refiere a las encuestas a conveniencia, y es lógico que así lo hagan, esta es una carrera en la que no existe la mención honrosa, no gana el más honesto ni el mejor compañero, gana quien domina mejor el arte del engaño. Si bien esto puede resultar éticamente cuestionable, es lo que nos gusta, a lo que estamos acostumbrados, no por nada pagamos para que nos mientan, desafiamos la verdad, no por nada ser mago o ilusionista es una carrera rentable.

Hermoso y digno de un país como el nuestro donde todos los ciudadanos participamos activamente para determinar quién regirá nuestro país por los próximos años, las elecciones presidenciales son solo comparables a maravillas como la Teletón, Semana Santa, el Transantiago y la influenza A H1N1. Rarezas que copan la pantalla chica y saturan de caracteres los diarios.

Lo que antecede a este evento multitudinario es probablemente lo más sabroso del proceso. Se puede apreciar claramente como las encuestas van condicionando el accionar de los participantes. Nuevas medidas, contradicciones, apoyos impensados, acercamientos ilógicos y propuestas extremas son solo algunas de las iniciativas que asoman cada semana.

Si bien dicen no prestarle mayor atención, resulta evidente que se lo toman bastante en serio. Podemos encontrar miles de excusas y justificaciones a cada una de las acciones, pero ser inconsecuente para salvar uno o dos puntos porcentuales no me parece digno de alguien que pretende conducir los destinos de un país. Es parte de su trabajo, es verdad, dejar de lado las convicciones propias para responder al apoyo de un grupo, un partido o una coalición, es el envidiable sistema democrático que tenemos.

Claramente es algo que no va a cambiar, pero si es importante que la gente, los votantes en definitiva, vayan tomando en cuenta estos detalles, que si bien pueden parecer ínfimos en esta fase, la mentira es una acción única, el engaño, por mínimo que sea, siempre termina perjudicando a un tercero, que en este caso son las mismas personas que les dan sus votos, un círculo que va creciendo y nos va haciendo caer en una costumbre negativa, en un estado de indiferencia del que somos las únicas víctimas.

domingo, mayo 17, 2009

Mi nombre es PANDEMIA!!



Enciendo el televisor y los programas de noticias copan gran parte de la parrilla programática nacional. Las ediciones centrales se extienden y los sucesos informativos se limitan solo a uno. Suena ilógico, y lo es. La repetición de una crónica que no presagiaba nada alentador.

Durante el último mes, la influenza se ha convertido en el tema central de los almuerzos familiares, en la discusión que emerge y porfía con la borrachera, en el pretexto perfecto para recordarnos que vivimos en un estado constante de angustia, en la excusa perfecta para hacer brotar el pánico, psicosis colectiva.

Pero lo que más me impresiona, es ser testigo de como los medios influyen directamente en la manifestación de este fenómeno. Mientras los despachos se sucedían en directo desde el Aeropuerto Internacional y el Hospital del Tórax, el mapa de Google Earth seguía actualizando la situación con simbologías a todo color y Santiago Pavlovic tomaba un avión directo al núcleo de la hecatombe, se agotaban los antivirales y las mascarillas. Para un par de semanas después, olvidarse casi por completo del asunto.

Resultó interesante mientras el metro parecía ser la forma más posible de contagio y la idiocia no daba tregua. No faltaban las mascarillas en rostros que no tenían nada que ocultar más que la verguenza de estar haciendo el ridículo. Solía ser atractivo cuando la amenaza era inminente, cuando los casos "sospechosos" (en estudio para el ministerio de salud) se incrementaban y no esperábamos más que la confirmación de las conjeturas. Pero cuando se disiparon las dudas y las advertencias resultaban infundadas, el miedo disminuyó y el pánico se redujo a parámetros considerados normales por la sociedad contemporánea, solo la dosis de fobia necesaria para poder desenvolvernos regularmente sin ocupar nuestras mentes en cosas que sí importan.

Dos semanas después de haber escrito este último párrafo, el panorama es completamente distinto. La paranoia ataca de nuevo. La influenza H1N1, alguna vez conocida como porcina, cruzó las barreras de nuestro país y se alojó en nuestra temerosa sociedad. Colegios cerrados, mascarillas, antivirales y un pánico injustificado que perturba y alarma principalmente a los niños quienes ven en los medios informativos, un motivo más para estar asustados e inquietos.

Estadísticas realmente alarmantes sin fundamentos que presagian la muerte de millones de personas, por supuesto que empujan este barco sombrío ayudando a que las nubes cubran cada día más la ciudad.

Hace un par de días escuche en la radio a Ana María Zavala Muñoz, primera infectada con esta enfermedad en nuestro país, y su tranquilidad era admirable, en vez de seguir este cruel juego de instaurar el terror, llamó a la calma, a que estuviéramos tranquilos, entonces, yo me pregunto ¿A quién creerle, a quienes opinan de la enfermedado a quién tuvo la enfermedad?¿Quién dice la verdad? Para mi no hay duda al respecto.

Este fin de semana murieron veintitrés personas en accidentes automovilísticos y ninguna de influenza. Con esto no quiero decir que nos olvidemos de la influenza ni mucho menos, tampoco quiero parecer insensible respecto al tema, solo pienso que debemos ser responsables al momento de tomar medidas y generar nuestros comentarios, sin exagerar, sin incitar el terror, sin crear un estado de pánico que es muy fácil incubar, pero muy difícil disolver.

miércoles, abril 15, 2009

El Evangelio según Rebel Pose!


A veces suelo cuestionarme mi falta de fe, la que regularmente asciende a cero. Situaciones extremas me plantean dudas, pero de manera inmediata aparecen las contrapreguntas, y las dudas se despejan rápidamente. Mi impresión es una sola, la rigidez del yugo cristiano reprime cualquier disyuntiva que pudiera generarse ante dudas que surgen y que son naturales en los seres pensantes. La severidad del dogma no deja mergen de error e intenta imponernos doctrinas desarrolladas hace centurias en un contexto radicalmente opuesto al que rige nuestras vidas.



E irremediablemente surge la interrogante ¿Por qué las grande basílicas se dispersan en pequeñas capillas improvisadas bajo nombres y conceptos tan similares, que más bien parecen una discrepancia en la traducción que contraposiciones ideológicas irreconciliables entre sí? y la respuesta es tan obvia como la pregunta. La necesidad de esperanzas de la gente es la misma, esa angustia por aferrarse a algo abstracto q no ponga en dudas la calidad de sus plegarias, que no cuestione la condición de sus súplicas y que sobre todo les conceda la ilusión de una promesa más optimista.

Desde los inicios, la religión católica ha sido intervenida y manoseada por el juicio y la perversión de la mente humana. Se ha limitado la información y se ha plasmado de tal manera de mantener el rebaño compacto, proporcionado, sin alteraciones que pudiesen poner en peligro el orden y la jerarquía establecida. Grados inventados y que no tienen mayor relación con la fe. No por negarnos a necesidades completamente humanas vamos a llegar primeros al paraíso. Todos merecemos llegar a ese lugar, si es que existe, una oración más no nos hace merecedores de algo que debemos construir durante toda nuestra vida.

Tampoco debemos condicionar nuestras acciones. El cielo y el infierno son claramente una creación de los que quieren controlar todo. Nos hacen creer, nos mantienen ocupados profesando, manteniéndonos ignorantes, ausentes, abúlicos de la realidad, mientras toman las decisiones que benefician a unos pocos, a los de siempre, a los que tienen el cielo ganado, o más bien comprado, porque el dinero todo lo compra, eso es inevitable, basta con conocerlo para caer en su hipnótico juego de querer siempre más. Y entramos en un círculo vicioso que no hace más q corroernos y evitar que tengamos una vida plena, las necesidades se hacen una necesidad (valga la redundancia), nunca son suficientes, nunca están satisfechas, y de eso se trata, es el juego, es la vida.